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Architect Master_Urban Planning

Javier Franco y Vicente Pintos_Calidad de vida urbana

JAVIER FRANCO y VICENTE PINTOS_CALIDAD DE VIDA URBANA

Hace aproximadamente algo más de un año que murió Juan Luís Dalda. En el homenaje que le rindieron entonces en la Escuela de Coruña se proyectó un video de una de sus clases en la EGAP, en el se mostraba indignado ante una confusión periodística sobre el tan traído “cemento” que asimilaba urbanización con edificación, y persuasivamente reclamaba la necesidad urgente de urbanización en Galicia, de “aceras… y muchos árboles”. Dentro de la serie de conferencias “Un tras outro” celebradas en el COAG de Vigo el pasado 16 de febrero, Juan Franco y Vicente Pintos expusieron una serie de obras en las que el arbolado y la vegetación eran siempre un eje principal del proyecto, sobretodo en una primera parte centrada en la reurbanización urbana -calle plaza y parque en Santiago y la propuesta de espacio público para La Magdalena-, pero también en una segunda de arquitecturas donde la vegetación protagonizaba la transición de los espacios exteriores al interior de los edificios. En un país arboricida y forestal como este suponen un oasis en el desierto de mediocridad ambiental (no tiene nada que ver con el clima) que hemos conformado con un desarrollo tan mal entendido. El asombro es mayor cuando las propuestas salen del círculo de influencia de las ciudades planificadas desde hace tiempo por Oficina de Planeamiento (Santiago y Ferrol), y germinan en la transformación de calles anodinas de Milladoiro, en patios de manzana del Casco Vello de Vigo o en equipamientos rurales en Orense, con verdadera capacidad de transformación.

 

Fuente: http://xi.bienalarquitectura.es/es/proyectos/centro-de-salud-de-toen

En el artículo del 19 de febrero pasado en la Voz de Galicia: Vigueses distinguidos y maltratados (los árboles urbanos), Antón Lois –Amigos da Terra-, denuncia las condiciones en las que se encuentran y con las que se gestiona el escaso arbolado “que sobrevive en el casco urbano”, sus múltiples y generalizadas patologías por excesiva exposición a la contaminación, su inadecuado modo de plantación, las podas-tala sistemáticas, la elección de especies inapropiadas para las características de donde se ubican, y el abusivo uso de macetas, que los convierten en ridículos adornos de jardín lineal. Del escaso valor del arbolado para la ciudadanía, los munícipes y la mayoría de los arquitectos, habla su completa sumisión a las obras en los inmuebles, su escasa reposición cuando estas acaban o su renovación constante cuando se reurbaniza, eso sí, suplantados siempre por otros de pequeño porte, plantados en condiciones con las que nunca podrán desarrollarse. Lo que refleja esta conversación es, por un lado, una escasísima educación medioambiental, que toma la calle como un espacio no de estancia, servicio o relación, sino residual de pura circulación (predominantemente rodada), o en el mejor de los casos como jardín ornamentado; pero también de la desvinculación completa entre la vivienda por defecto y la calle, de la ciudad estanca de los pisos cerrados; no hay más que darse una vuelta por los portales de venta y alquiler de viviendas para comprobar la escasez de las que muestran imágenes de las calles, desde el interior como desde el exterior, da igual. Mención aparte merece el abuso de los aparcamientos subterráneos a lo largo de las calles principales, que además de modificar el mapa hídrico del subsuelo urbano con desconocimiento de los resultados sobre las arboledas de los parques existentes, dejan yerma la superficie, adornada con macetas de cuidado o burdo diseño donde se plantan arbustos de magnolio y miniaturas de olivos y frutales que caben por la ventana de casa, y con los que se supone que “ambientamos” las calles más señoriales y representativas (caras) de la ciudad. ¿De verdad no hay otra forma mejor de almacenar el automóvil? ¿Es el modelo de acumulación de tráfico privado el adecuado para las zonas centrales de la ciudad? Y ya que optamos por el ¿Es esta generalización la que nos espera para el resto de la ciudad, donde las rígidas y recientes “humanizaciones” talan árboles de porte medio y los sustituyen por otros de porte pequeño, incapaces de adaptar la ordenación a un bien existente, tan escaso y necesario? (Humanizaciones y párkings acaban con 200 árboles en Vigo,

http://www.lavozdegalicia.es/vigo/2011/02/14/0003_201102V14C2991.htm?utm_source=buscavoz&utm_medium=buscavoz

). Es lamentable que la inmensa oportunidad que supone la reurbanización de la ciudad entera, que ha calmado el tráfico y aumentado el espacio peatonal, en su mayoría se haya formalizado bajo ópticas cortas tan exclusivamente cuantitativas, con resultados tan simples, ambientalmente tan pobres, y ahora no hablo sólo del arbolado. Para Antón Lois la planificación del arbolado “resulta especialmente pertinente en estos momentos, pues un elevado porcentaje de los árboles urbanos de Vigo” –p. ej.- “están terminando su ciclo vital (más corto de lo normal debido a las agresiones sufridas) y deberán reponerse”. Sería momento de aprovechar y dejar de considerarlos como mero adorno, cuando no molestia, para pasar a valorar su carácter de sostén ecológico, purificador de aire y regulador de las condiciones climáticas, vitales para el espacio del que disponemos como seres urbanos, y enseñar a valorar el sencillo placer de admirarlos, de sentir el Sol a través de las hojas o salir a una ventana a la altura de las ramas. Para Dalda, según señala Antón Baamonde en el País (http://ccaa.elpais.com/ccaa/2012/02/16/galicia/1329422799_872740.html), “la mejora de las condiciones de vida de la población requería de calidad urbanística”, basada en el derecho democrático a la ciudad, que posibilita la atención a las demandas y necesidades populares, en este caso en forma de calidad, libre-fácil-igualitario acceso y disfrute del espacio público de la calle, pero también del de transición y del interior de nuestros edificios públicos, en este caso reclamado por pocos –viviendas en el Casco vello de Vigo, Pabellón polideportivo en Santiago, Centro de Salud de Toen (Ourense)-; la calidad de estos espacios dice de nuestra sociedad y constituye un hallazgo que profesionales en ella empujen en este camino, en el que el edificio va desde el ancho de la calle al fondo de la manzana, en donde los edificios hacen calle y la calle es también vivienda.

Avda de las Glorietas, Pozo del Tío Raimundo, Madrid Fuente: Google 2012

En este sentido recuerdo una visita con Ramón López de Lucio al barrio madrileño del Pozo del Tío Raimundo (http://www.paisajetransversal.org/search/label/Ram%C3%B3n%20L%C3%B3pez%20de%20Lucio ). Ramón fue el autor de su remodelación (inscrita en la Operación Remodelación de Barrios de la década de los 80 y 90 en Madrid) y coautor del penúltimo Plan General de Vitoria, que sentó las bases del modelo actual de esa ciudad. Allí en la principal avenida, de las Glorietas (de 25m de ancho y una calzada de 2 carriles), explicaba que si volviera a hacer el proyectar el barrio sólo destinaría más presupuesto para aumentar la cantidad de tierra vegetal a 10m3 por árbol, para que así los plátanos pudieran ser todavía mayores. ¿Sería tan difícil que asumiéramos y reclamáramos, como Franco y Pintos, nuestra capacidad de decisión y la responsabilidad de luchar por lo que no nos han pedido, no tan solo en el ámbito formal y estilístico (que tradicionalmente defendemos con uñas y dientes), sino también en el de la escena urbana, tan agradecido y poco desarrollado? Es que llegamos bastante tarde.